Aceptación radical de mi cuerpo
- diariodeunamarciana
- 21 ene 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 mar 2020

Escrito por: Mar Martin.
Comunicadora e Instructora de Yoga y Mindfulness.
Si vienes desde Instagram o Facebook, ya no será necesario que leas esta primera parte. Empieza por la rayita de abajo ;)
Si antes hubiese visto esta foto ¿crees que me hubiera atrevido a publicarla? La respuesta es: NI LOCA.
Y ¿por qué?
Pues porque estoy 99% segura que la mayoría de personas que la vea la jugaría por:
1. Salir en bolas. 2. No estar lo suficientemente producida. 3. Tener dos "rollos" en la espalda, un abdomen no tan plano o "trabajado" y con una quemadura incluida. 4. Una serie de defectos más que (gracias a Dios) yo ya no logro ver. Desarrollé un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) cuando tenía 14 años. Comenzó como #anorexianerviosa , donde restringía mis alimentos al punto de llegar a ingerir 500 calorías diarias (eso equivale a solo un desayuno "light", para que te des una idea) y hacer ejercicio cardio 2 o 3 veces al día (bailar, salir a correr, steps, etc). Al principio todo era magnífico. La gente a mi alrededor (sobre todo mis amigas) cebraban lo delgada que estaba y hasta me pedían consejos para bajar de peso tan rápido como yo lo hice. Yo solo les decía que el baile era un muy buen ejercicio y que deberían intentarlo (ja!).
Pero luego de un año, yo ya no podía controlar más a Anna (anorexia) porque me moría de hambre (literalmente). Comencé a comer en cantidades y formas descontroladas (por ansiedad) y a "engordar" de nuevo.
Entonces busqué en Internet formas de revertir eso y ...voilà! Ahí fue donde conocí a quien se convirtió mi mejor consejera y amiga por casi 11 años... la señorita (no sé por qué siempre me la imagino así) #bulimianerviosa (Mía, la llamaban en ese entonces). Fuimos las mejores amigas durante mi etapa del cole y hasta me acompañó a la universidad, y justo en esa etapa es donde también se me salió de control.
Recuerdo que llegaba a casa y podía darme hasta 8 atracones de comida en una tarde. Luego, vomitaba hasta mi alma (y no estoy exagerando) y sentía una gran liberación porque no solo sacaba la comida, sino también todas las palabras que me había tragado.
Andaba muy débil, pálida y con el cuerpo adolorido, pero nadie se daba cuenta porque yo siempre daba cara con una sonrisa (qué peligrosa puedes ser a veces, querida).
¿Se imaginan cómo estaba ese pobre esófago?
Y peor aún, ¿se imaginan más cómo estaba esa pobre, perdida y autoflajelada alma?
No me quería para nada, nadita. Ni un poquito si quiera.
Me odiaba a mí misma por el simple hecho de ser yo y en realidad lo único que quería era desaparecer en cuerpo y alma.
Pero como dice mi amigo Héctor Lavoe "todo tiene su final, nada dura para siempre"....
Mi familia decidió internarme para que no me siga haciendo más daño y... ¿qué creen? Hice que me saquen a los seis meses con el pretexto de que ya había aprendido a comer bien de nuevo y necesitaba retomar mis estudios.
La verdad es que no había aprendido nada y extrañaba demasiado a mi familia, a mis amigos, a mi enamorado de ese entonces y al supuesto control que tenía de mi cuerpo.
Me daba terror engordar y veía que en el internado "engordaban" a las chicas (en mi mente distorsionada de ese entonces, tener un peso normal era estar gorda).
Entonces me sacaron y no duré ni seis meses bien.
Me volvieron a internar. esta vez, por mi propia voluntad.
Yo decidí internarme y regresé con "el rabo entre las piernas" aceptando que realmente estaba mal y necesitaba ayuda. Y desde entonces, no paré de conocer cómo funciona mi cuerpo, pero sobre todo mi mente.
Salí después de un año y medio del internado y en el camino encontré distintas herramientas que junto a la terapia psicológica fueron útiles, como el Mindfulness.
Luego, entré a trabajar a una escuela de Yoga y un año después me inscribí al curso que realmente cambió mi vida. Se llamaba Vida al Máximo. Fueron 6 meses en donde descubrí que realmente podía volver a querer y a amar mi cuerpo y que esta disciplina (el yoga) era casi mágica, pues comencé a comer sabiamente y a hacerlo para nutrirme y ya no solo para estar flaca hasta los huesos.
Todos estos años de terapia me sirvieron para trabajar una cosa:
ACEPTACIÓN RADICAL DE LA REALIDAD.
¿Y cómo se relaciona esto al cuerpo?
Pues simple y llanamente, porque mientras más acepto que las cosas no siempre van a ser como yo quiero o espero, entiendo que no tengo el control de lo externo, pero sí de lo que sucede en mi cabecita y en consecuencia, con mis emociones.
Los TCA se desencadenan por un fuerte deseo de control, baja autoestima y un gran afán por llamar la atención que se traduce en búsqueda de amor a través de la aceptación del físico. También puede ser desencadenado por otro tipo de trastornos como el TLP (Trastorno Límite de la Personalidad), que vendría a ser una característica de personalidad.
Además si creces dentro de una familia disfuncional como la que yo tuve, en donde no se validan tus emociones y se valora mucho el físico de las personas, pueden ser factores para desarrollar este tipo de trastorno. Un ambiente invalidante en casa y que además en el colegio te hagan bullying también puede ser un gran aliado a la enfermedad (sí amiguitos, a mí me pasó todo esto).
Sin embargo, no todo es felicidad y yo sigo trabajando mi amor propio, mi autoestima y sobre todo el manejo de mis emociones. Hoy en día ayudo a personas que pasan por lo mismo que yo pasé y siempre, siempre hago que se repitan la frase (o mantra) que me repetiré hasta el último día que esté en este mundo:
"Me amo y me acepto tal y como soy. Soy digna de amor y no necesito que nada ni nadie apruebe esto. Acepto que de lo único que tengo control son mi emociones y yo decido de qué color hoy veo y coloreo mi mundo"
Si leíste esta historia y te sentiste algo o nada identificado. Si has pasado por algo parecido y sientes que deberías pedir ayuda o si, por lo contrario, sabes de alguien que está pasando por lo mismo o algo peor. Por favor pide o brinda ayuda.
Las trastornos mentales son reales y necesitamos crear mayor conciencia de ellos.
Hablarlos sin tabú, sin miedo y sin ocultarnos.
Esto es solo un fragmento de todo por lo que yo pasé. Me han sucedido más cosas que involucraban el TCA y el TLP, pero que paulatinamente iré contando. Así que si te resuena, sígueme en Comunicando Conciencia y suscríbete a Diario de una Marciana para continuar en contacto siempre y ayudarnos mutuamente.
Con amor, Mar.

Encuéntrame en Instagram, Facebook y YouTube como:
@comunicandoconciencia
Comments